8 de mayo de 2011

Flores secas

El otro día vi llorar a un niño. Sus familiares le abrazaban, le acariciaban,le daban besos. Un mar de lágrimas.
Sí, se le había muerto un familiar tras una larga enfermedad.No había palabras. Sólo gestos. Y flores muchas flores.
Alguien tendrá que explicarle algo a ese niño. Eran lágrimas de colores cristalinos, llenos de amor y ternura. Un ser querido al que recordar una y mil veces.

Aunque sabemos que es compañera de viaje, ella siempre nos sorprende. Es la muerte. Nos creemos mayores y adultos, pero no sabemos explicar, ni mostrar nuestros sentimientos a los más pequeños. Nadie o casi nadie nos ha educado para ello. Y mira que la humanidad lleva siglos de existencia ¿no?.

Deberíamos de abrir nuestros corazones. Reivindico la muerte como tema para la tertulia, el diálogo o un café familiar el domingo después de la copiosa comida. Aprender a vivir y comunicar para saber morir.
Sí mi querido amigo. Con la muerte no se termina la vida. Más bien es cuando comienza el rollo bueno, es un hermoso amanecer donde todo se transforma para convertirnos en seres felices y celestiales. Vaya marcha.
Otro momento más y mejor. Mientras, toca disfrutar de lo que tenemos por aquí.

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