
Era un día de casi el verano, pero estaba nublado. Y se
notaba, porque realmente pesaba en su ser. Las ideas transcurrían muy lentas,
perezosas. Imposible la concentración.
 
Sin embargo a la noche sonó el teléfono. Una invitación a
tomar un café rápido. Ella tenía que viajar una vez más.
Así que en un relajado ambiente compartieron pensamientos.
Cuando ganas en confianza y sabes que puedes desahogarte. 
Y él se sintió especial, muy especial.  Cuando la confianza se transforma en pasión. Y
se deleitaron el uno junto al otro.  Aquellos labios serenaron todos los miedos.
Una mirada, una ternura. 
Ayer durmió sonriendo.