27 de enero de 2016

Somos hijos de la luz

Se que estás triste. Me dijiste que me llamarías y no lo has hecho, pero tranquila que no es ningún reproche. Creo comprender como te debes de sentir. Te estarás haciendo mil y una preguntas tras el fallecimiento de tu padre, es lógico y normal. Todos nos lo hemos hecho en algún momento de nuestra vida.

A veces me cuesta compartir aquello en lo que creo. Supongo que no soy el único loco, que está convencido de que tenemos una vida y esta dura para SIEMPRE. A este lado de nuestra existencia, la vida -aún siendo muy importante- no es más que una lujosa introducción, para lo que realmente será nuestra vida: la Resurrección, la eternidad.

No morimos, nos transformamos. Los cementerios son ciudades desiertas donde no hay nadie. Ellos, los que nos han precedido a este lado, están bien vivos. No debemos sufrir por ellos. Deberíamos de alegrarnos, de que a ellos se les haya terminado ya todo tipo se sufrimiento. Son felices.

Otra cosa diferente es como afrontamos la vida, cuando no podemos compartir nuestras experiencias con aquellos, que no están junto a nosotros. Pero debemos de seguir luchando, para construir nuestra propia felicidad desde el amor que se nos ha regalado. Como decía Jesús : el Reino de Dios está dentro dentro de vuestros corazones.

Creo que nacimos llorando y "morimos" sonriendo. Ojala que la esperanza acaricie tu corazón en estos momentos difíciles. Un abrazo.

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